Solo hojas.

553 amigos. 18 primos. 6 que me saben leer detrás de una pantalla, pero están a millones de kilómetros. Y ¿hola? ¿Quien me ve llorar? ¿Quien me abraza en los peores momentos? ¿Quien me quiere como soy? ¿QUIEN COJONES ME HACE REIR CUANDO TODOS ME SACAN LÁGRIMAS? Tanta gente en mi vida y nadie es capaz de hacerme sonreír. Tantos números y nadie especial. Gente con complejo de florero. Un florero con flores diferentes; espinas, espigas con las que te relacionas y no te hacen daño, flores que son tan bonitas que me acomplejo con ellas, rosas que dan sus mejores cara y cuando te acercas te pinchan, flores cactus que las ves pasado un tiempo. Pero, ¿y las hojas? Esas hojas que forman parte de mí. Que yo necesito de ellas y ellas de mí. Normalmente, las flores como yo tienen 5 hojas. Que cuidan de mí, me quieren y saben como hacerme reír. Solo 5. ¿Qué pocos verdad? Eso me basta para sonreír y seguir adelante día a día. Si algún día faltara alguna de esas 5 hojas, tened por seguro que no sería la misma. Y si alguna se cae, cojo la cola de pegar y las vuelvo a unir. Nada es igual si te falta una hoja para hacer la fotosíntesis. Puedes hacerla, pero si se cae una, caen todas. Y sin hojas, ya si que no la podrías hacer.